domingo, 21 de marzo de 2010

Culpa nuestra

Estamos convirtiendo a nuestros hijos en los gilipollas del futuro cercano. Ya no tengo dudas y no tenemos excusas. No son los medios de comunicación, ni la LOE, ni el gobierno, ni la televisión, ni la sociedad, ni los otros. Somos nosotros los padres los verdaderos causantes del horror; por nuestra indolencia, por nuestra vagancia, por nuestras neuras…
Ayer lo vi claro en el supermercado, como una epifanía que estaba allí todos los Sábados pero era incapaz de ver. Niños pidiendo, molestando, dictando como dictadores, llorando falsamente, poniendo de los nervias a sus progenitores (A, B e incluso C) y los padres apagando el incendio con gasolina. “¡Quiero caramelos!” Tómalos “¡Ahora un refresco!” Tómalo “¡Pues ahora un juguete¡” … así hasta el infinito y más allá.
Queremos darle a nuestros hijos lo que creemos que queríamos cuando éramos pequeños, es decir, todo. Pero no lo teníamos porque nuestros padres vivieron tiempos menos prósperos y sabían que lo conseguido sin esfuerzo no es apreciado.  Nosotros crecimos pensando que cuando fuéramos padres le daríamos todo a nuestros hijos. Y vinieron los trabajos y los hijos y las jornadas de 12 horas y la tele con mil canales y vimos que era más cómodo callar que regañar, ignorar que educar, delegar que esforzarnos, dar sin preguntar.
Y los niños aunque no sepan escribir, toman nota de todo y tienen todo el tiempo del mundo para hacer lo que quieren. Ellos pagarán nuestra desidia y nos lo harán pagar a nosotros.
La solución creo que pasa por hacerles ver a esos pequeños y caprichosos emperadores que todo lo que tienen no es un derecho sino un privilegio. Tenemos que librar una lucha contra nuestra propia comodidad, tomarnos este asunto en serio y ponernos en el papel de padre y no de colega y poner límites constantemente, a todas horas porque un fallo en esto es aprovechado por ellos. Parece que hablo de una guera pero realmente es así, una cruzada contra el mal que quiere adueñarse de nuestros hijos a los que queremos. Y nosotros somos causa y solución. Nadie dijo que sería fácil.