domingo, 27 de mayo de 2012

Historia de dos cafeterías


El edificio donde trabajaba el año pasado está en mitad de la nada. No está en medio de una ciudad, ni un polígono industrial.. Sólo carretera y nada. Uno de los derechos no escritos del Estatuto de los Trabajadores es tomar café, por lo que se contrató una cafetería y comedor a una importante empresa de restauración colectiva. Precios ajustados (subvencionados por la empresa), calidades medias y ningún sitio más para elegir.

El horario de la cafetería era de 8:00 a 11:00 y de 13:00 a 16:00 horas. Vamos, el horario de tomarse un café por la mañana y otro después de comer. La productividad es lo primero. Al ser la única cafetería disponible muchos trabajadores que intentábamos tomar un café encontrábamos enormes colas, un sistema poco organizado de servir y una amplia oferta consistente en café. No bollos, no comida, no tostadas... En una cafetería se toma café ¿no? Por añadidura, la actitud de las camareras no era la mejor y las caras largas y antipatía estaban  siempre presentes. La gente poco paciente como yo optó por no ir a la cafetería y tomar café en la máquina de vending.

El problema es que en esa empresa normalmente se trabaja hasta las 7 o las 8 de la tarde y la gente tiene necesidades de comer algo rápido, a veces de cenar, etc.…, vamos que había demanda de más horario de cafetería y más servicios, así que un día vimos que al lado de un espacio libre al lado de la  cafetería, abrió otra de una conocida cadena de franquicias de restauración “rápida”. Ofrecía cafés, bollos, tostadas, platos preparados, zumos, etc. en un horario continuo de 8:00 a 20:00 horas. Los precios algo mayores pero la calidad claramente mejor.

Así que después de probar la nueva cafetería, me hice asiduo de su café capuchino y algún “muffin” de chocolate, antes llamados magdalenas por los viejos del lugar.
Al cabo de algún tiempo, la compañera con la que bajaba a tomar café mi hizo notar que la chica que preparaba los capuchinos la habían cambiado por un muchacho serio y no muy simpático y que la calidad del producto había bajado. ¡Pues es verdad! Y me comentó que en la otra cafetería ya tenían nuevo productos. Así que un día fuimos a redescubrir la antigua cafetería.

Nos llevamos una grata sorpresa al comprobar que el sistema de servicio lo habían mejorado para que no hubiese que esperar, la oferta de productos para desayunos era incluso mejor que la de la 2ª cafetería, los empleados habían recibido instrucción de ser más simpáticos y los precios eran menores.

Como consecuencia, utilizamos las dos cafeterías según para qué. Para desayunar a primera hora iba a la primera, que había mejorado claramente su servicio. Para comidas fuera de hora u otras cosas iba a la segunda.

Moraleja 1. La competencia nos hace mejorar. La primera cafetería supo adaptarse al reto de la segunda en discordia.
Moraleja 2. La especialización es la salvación de muchos negocios. La segunda cafetería supo especializarse en ciertos servicios por lo que las dos cafetería conviven.

Aunque he puesto como ejemplo esta historia de dos cafeterías y para ellas no aplicaría, esperemos que la nueva ley de apertura rápida de negocios sirva para que todas esas ideas, competencias y especializaciones que tiene la gente, puedan prosperar para que todos podamos prosperar.



domingo, 6 de mayo de 2012

Lo barato, lo caro, y la calidad de la enseñanza.


¿Lo barato es malo y lo caro es bueno? No siempre. Esa idea es de nuevo rico o de cateto. Cierto es que las cosas buenas suelen ser más caras que las malas, pero la escala no es fija. Por ejemplo, unas manzanas normalitas pueden costar digamos un euro mientras que otras riquísimas pueden costar dos euros. Eso no quita que por un euro y medio encontremos unas manzanas igual de buenas que las caras. Pero esto es un ejemplo muy básico. En los casos de servicios o bienes más complejos y de mayor valor objetivo como un automóvil es más complicado encontrar esa relación bueno = caro y malo = barato. Entran en juego temas subjetivos como la marca, el diseño, el uso que se le quiere dar, etc. A mí me gustan los coches pequeños y las marcas americanas. Otros querrán pagar más dinero por coches representativos que puede que sean caros pero objetivamente malos.

Tal vez todo esto les parezca obvio pero viene a cuento de la idea que desde hace meses se extiende sobre los “recortes” en educación. La idea base es que si se gasta menos dinero en educación  baja la calidad de la enseñanza. En fin, por partes:

Primero. Se ha puesto de moda la palabrita “recortes”. Toda la vida se ha dicho ahorros, pero ahora son recortes, que tiene un carácter más peyorativo. Todo se mete en la misma bolsa; ahorros, reorganización, ajustes, cambios en la estructura del gasto, racionalización. Ahora todo se llama “recortes” y como pueden ver no es lo mismo.

Segundo. Hasta la fecha dichos ahorros en educación consisten en lo siguiente (y corríjanme si me equivoco): No se contratan profesores interinos y los de plantilla dan un par de horas más de clase a la semana. Ahora se autoriza a que en vez de abrir nuevos centros, se pueda ampliar el número de alumnos por clase en un 20% (aproximadamente de 20 a24). A todo el personal funcionario se les redujo el sueldo entre un 5-7% con el gobierno anterior.

Tercero. ¿Qué es calidad de la enseñanza? Supongo que cada persona con hijos tendrá su propia definición, pero para mí es que los niños se instruyan, aprendan materias como matemáticas, lengua, ciencias, cultura, etc. en un ambiente que fomente y facilite el estudio y la tranquilidad necesaria para  adquirir dichos conocimientos. Y también es la adquisición de valores que de toda la vida deberían ser referentes; esfuerzo, trabajo, justicia, bondad, etc.

Para los señores de las camisetas verdes, calidad de la enseñanza es más dinero para los profesores, cobrar más, la pasta, la tela, la plata, el parné… Suena a chantaje. “Si me pagas menos haré peor mi trabajo y los niños que se jodan”. Suena exactamente a eso. No suena a “Haremos nuestro trabajo lo mejor que podamos con los medios a nuestro alcance”, ni suena a “Hay que ampliar los temarios y exigir esfuerzo a los alumnos y profesores”. Acabo de leer esta noticia en la que directores de instituto amenazan veladamente sobre la calidad de la enseñanza y me reitero en esta sensación de que los profesores en este aspecto se están comportando de una forma miserable con el futuro de nuestros hijos como rehén.

Calidad de la enseñanza es menos perder tiempo en huelgas, menos perder tiempo en ensayar gilipolleces de bailes de Navidad y fin de curso, más matemáticas, más lectura, más exigencia, más realismo (los niños son pequeños pero no idiotas) y más explicar que si no estudias y te formas no podrás llegar muy lejos. Calidad de la enseñanza es no ser los últimos de Europa, ni carecer de las más elementales nociones de cultura general. Calidad de la enseñanza es estudiar idiomas que puedas usar en el mundo y no idiomas que sólo se puede hablar en regiones que no ofrecen oportunidades y de las que tendrás que emigrar.
La calidad de la enseñanza no tiene que ver tanto en el número de alumnos por clase como en la que se desarrolla en esas clases y la voluntad que pone el profesor y los alumnos. Calidad de la enseñanza es aprender que el profesor está por encima del alumno, por edad y conocimientos, lo que no quita que ese respeto que se le debe al profesor hay que ganarlo y mantenerlo.

Sé que este blog lo leen algunos profesores y espero que no se enfaden conmigo porque comprendo que gran parte de los males que expongo no son culpa suya en muchas ocasiones sino de leyes que les impiden desarrollar su tarea de una manera mejor (El ejemplo de a profesora de Andorra es sintomático), pero romper con esta tendencia de queja y dejadez de todos (profesores, alumnos, padres) está sobre todo en sus manos.

Como siempre espero sus comentarios, en especial del sector docente.