sábado, 19 de marzo de 2011

Listos que somos

Vas conduciendo en tu coche y mantienes una distancia de seguridad con el siguiente. Otro vehículo se mete en ese hueco rápidamente. Un listo.
En el supermercado. Línea de cajas con tres cajeras atendiendo. Abren dos más porque se acumula la tarea. Carreras a ver quién se cuela en las nuevas cajas. Son los listos.
Los que se escaquean de su trabajo mientras los otros cumplen su deber son los listos.
Los que no declaran impuestos y cobran subvenciones que no les corresponden son los listos.
Los que se declararon objetores de conciencia para no hacer la mili eran unos listos.
Seguro que ustedes pueden darme docenas de ejemplos de listos. Por supuesto que ustedes y yo, si hemos sido educados en España, también hemos sido unos listos. Es parte de nuestra herencia cultural y lo vemos a diario, lo respiramos constantemente...
En Japón los jubilados se han ofrecido voluntarios para apagar el fuego de la central nuclear porque el peligro es mortal y cierto. Y los ingenieros de dicha central es probable que mueran en no mucho tiempo por la radioactividad que están recibiendo. Están intentando salvar a miles de personas a costa de su sacrificio.
Aquí nos preocupamos por quitarle el sitio a otro en una terraza porque somos unos listos, regateamos porque somos muy listos y nos saltamos las normas porque somos listísimos.
El problema de ser tan listo es que sabes que los que te rodean te la quieren jugar a la mínima y desconfías de todo y de todos. Y así no pueden funcionar las sociedades. Mientras que los japoneses tienen el concepto de Bushido con sus siete virtudes, nosotros en la misma época tuvimos el concepto de pícaro para saltarnos todas las normas. Y trecientos años después las diferencias están a la vista.