miércoles, 5 de diciembre de 2012

Yo no la voté


Siempre que se habla de cambiar la Constitución  sale algún sesudo analista, periodista o político diciendo que “Los españoles nos dimos esta Constitución democráticamente…”. Veamos.
La Constitución se votó en referéndum el 6 de Diciembre de 1978, o sea, hace 36 años. Eso quiere decir que nadie menor de 54 años a día de hoy pudo votar esa Constitución. Si consideramos una esperanza de vida de 80 años (que ya es decir), según el INE en 1978 había 14.419.694 españoles que a día de hoy podrían seguir con vida y que tenían más de 18 años. Votó el 67’11% del censo, que trasladado a nuestras cifras serían 9.677.056 habitantes. Y los que votaron a favor fueron el 88,54% o sea 8.568.065 votantes.
Es decir, que estadísticamente como mucho 8 millones y medio de habitantes son los que pueden decir que “se han dado una Constitución”. Menos que los votantes de cada uno de los dos partidos mayoritarios. De 42 millones que somos, representan menos del 20% de la población.

En mi caso, que en 1978 tenía 10 años, no me he dado ninguna Constitución, ni he podido votar otra, ni me han consultado ninguna enmienda ni nada de nada. El sistema está hecho de tal manera que como diría Franco, todo queda “atado y bien atado”. Un cambio en los títulos orgánicos de la misma es tarea casi imposible que requiere de dos elecciones a Cortes, mayorías de tres quintos y un referéndum vinculante.
La Constitución se ha quedado obsoleta, es un coladero de corrupciones y el germen de la descomposición nacional. No es representativa como otras de manera que nuestra democracia se asemeja cada vez más a una suerte de democracia orgánica en la que la familia, municipio y sindicato han sido sustituidos por el partido, comunidad autónoma e hipoteca.

Como ejemplo de lo poco democrático de nuestro sistema y de la nula representatividad de nuestro voto, el presidente de la Comunidad de Madrid, la alcaldesa de Madrid y el alcalde de la localidad donde resido no han sido elegidos directamente ni han sido siquiera candidatos a sus puestos en las últimas elecciones sino que el partido les ha puesto ahí. Nadie les ha votado.

La Constitución “que nos hemos dado” no considera la opinión de la gente ni se plantea cambios, ha dejado morir la separación de poderes que en la actualidad es nula y tiene un Tribunal Constitucional de corte político que dobla y fuerza el espíritu de la Carta Magna al antojo del gobierno de turno.
En casi 40 años ¿de verdad creen que nadie se ha planteado cambiar monarquía por república, instaurar listas abiertas, cambiar competencias autonómicas, y mil cosas más? Sí, y cada vez más. Pero el dinosaurio de 1978 sigue reptando por España inmune a todo cambio.

En su momento tal vez hubiera votado la Constitución de 1978, pero hoy en día la desprecio por inútil y decadente. Ya no sirve a su país, ya no están los que la elaboraron ni los que la votaron, ya pasó su tiempo. La decadencia física del Rey va de la mano a la decadencia de la Constitución y el sistema político que tenemos. Vivimos en un franquismo posmoderno disfrazado de democracia que realmente es un teatrillo que hacemos cada pocos años para seguir igual.
Yo no voté esta Constitución y quiero otra muy diferente.