sábado, 15 de septiembre de 2012

Romperse los cuernos


Según la RAE, coloquialmente significa “Esforzarse, trabajar mucho”.

A mi alrededor veo gente que se rompe los cuernos y gente que no lo hace. Romperse los cuernos no es calentar una silla ocho horas esperando que llegue el momento de marcharse. Romperse los cuernos es intentar comprimir el tiempo, realizar las tareas asignadas y poder empezar tareas nuevas. Es dar valor a tu trabajo de forma que sea reconocido y prosperes. Y si me van a decir que da igual que lo hagas bien o mal porque nunca se reconocen las cosas, les digo que eso es falso; puede tardar más o menos pero las cosas bien hechas siempre acaban teniendo recompensa.
Romperse los cuernos es estar en paro e invertir una cantidad relevante de dinero en hacer un curso que te abra otras posibilidades. Romperse los cuernos es apuntarse a un curso nocturno después del trabajo para seguir tu formación y romperse lo cuernos es ser el cónyuge B del estudiante anterior, que se ocupa de la casa y de los niños después de trabajar para que el cónyuge A pueda estudiar y prosperar.

Romperse los cuernos no es ver pasar el tiempo quejándose de todo. Romperse los cuernos es afrontar cada problema con una solución por incómoda que sea. Sacrificar diversiones y comodidades para mejorar tu nivel de vida o incluso sobrevivir. Aunque se dice que los héroes son valientes porque no tenían otra opción, hay que tener fuerza de voluntad para romperse los cuernos. Es un no parar de pequeñas batallas contra tus ganas de sentarte y descansar.

Romperse los cuernos no es ser profesor funcionario y hacer una huelga pidiendo más salario y dejando la educación hecha unos zorros, ni animar a los alumnos de secundaria con sus cerebritos a medio formar que hagan huelga en defensa de una supuesta calidad de la enseñanza que jamás tendrán precisamente por hacer huelga. Romperse los cuernos es ahorrar cada euro que puedas, sacrificar vacaciones o reformas de la casa para que tus hijos puedan ir a un colegio que les enseñe algo. Romperse los cuernos no es salir del instituto a pasear con tus amigos, jugar con la PS3 o ver la televisión. Romperse los cuernos es estudiar durante horas, ampliar programas y contenidos, aprender y perfeccionar idiomas e interesarse por las cosas.

Mi familia y mis amigos y sus familias se están dejando los cuernos para capear esta crisis. Mi previsión sigue siendo que en dos años el tema mejorará y se verán los resultados y los frutos de estos esfuerzos. No hay resultados a corto plazo ni milagros. Como dijo Churchill, «No tengo nada más que ofrecer que sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor» El premio es la supervivencia y poder continuar con la búsqueda de la felicidad.

Romperse los cuernos no es divertido. Romperse los cuernos es hacer comprender a tus hijos que se tienen que romper los cuernos estudiando o trabajando si quieren prosperar en la vida. Romperse los cuernos es hacer cada esfuerzo posible por sacar adelante a tu familia y darle una oportunidad a tus hijos de que sobrevivan en el país de mierda en el que se está convirtiendo España o que se puedan ir a un sitio mejor, que los hay.

Ahora, vamos a seguir rompiéndonos los cuernos.


domingo, 2 de septiembre de 2012

El punto de ruptura


Me parece pertinente hablar de la subida del IVA que sufrimos desde ayer. ¿Desde ayer? Bueno, eso es mucho decir. En una bonita costumbre que tenemos en España de ser más listos que nadie, muchos comerciantes han aprovechado par subir precios en mes de Agosto y así “no aplicar la subida del IVA en Septiembre” aderezado con un redondeo al alza. (Qué incómodo debe resultar usar monedas de céntimo ¿eh?) Pero lo que me interesa analizar es el efecto de esta subida en el comportamiento del común de los mortales.

La primera reacción suele ser de molestia o cabreo, según las circunstancias personales. Pagar más por algo a sabiendas nos fastidia porque sabemos que alguien nos está robando, en este caso el Estado y puede que incluso el que nos cobra echándole la culpa al Gobierno.
La segunda reacción es de resignación ante la necesidad de adquirir ciertos artículos de demanda inelástica, o sea, que aunque suba su precio no disminuye igualmente su consumo. Tenemos que seguir comiendo o echando gasolina al coche. Respecto a los precios, la deflación y la demanda escribí este artículo el año pasado. Creo que viene al caso mencionarlo.
Y la tercera reacción es la interesante para el estudio que consiste en que se consume menos en términos macroeconómicos, y su desglose en términos microeconómicos. Si a usted le suben un 3% los precios ¿deja de consumir un 3%? Seguramente no y lo vamos a ver con un par de ejemplos que me han pasado a mí y seguro que a muchos de ustedes.
Ejemplo 1. Las entradas de cine. Pasan de costar en el cine de mi pueblo de 7,6€ a 8,75€, o sea casi un 14% más. Como cuando voy al cine lo hago con mi familia, pago cuatro entradas, es decir, casi 5€ más. Sintiéndolo mucho no voy a reducir un 14% mi consumo de cine sino que probablemente elijamos muy bien las películas que queremos ver y en vez de ir una vez al mes iré una vez cada dos meses. Mi consumo se ha reducido en un 50%.
Ejemplo 2. El vending de la oficina. Solía tomarme una media de tres cafés y una cocacola todos los días, además de una o dos botellas de agua. Todo ello de la máquina del vending. El precio total (subvencionado) venía a ser de unos 2€ En los últimos dos meses subieron los precios y desde ayer tiene otra subida por IVA que lo sitúa en 2,25€. Mis hábitos de consumo han cambiado a un café por la mañana y dos infusiones que me traigo de casa y una botella de agua que relleno de una fuente de agua fría. Consumo diario aproximado 0,7€. He reducido más del 60% mi consumo.

Aunque las cifras puedan parecer poca cosa es importante comprender la psicología del consumo. En mi caso particular lo llamo el “punto de ruptura psicológica”. Consiste en que uno puede aguantar subidas pequeñas de precios y acomodar su consumo sin afectar visiblemente a su calidad de vida, pero cuando el aumento es brusco o generalizado (o como en este caso del IVA las dos), las decisiones de consumo cambian su comportamiento acentuando su elasticidad, de forma que “rompen” el consumo bruscamente. El cambio es las costumbres de consumo son, por lo tanto intensas. Incluso puede que no se trate de una decisión tanto como una necesidad ya que la renta disponible tiene que emplearse en mayor proporción para pagar bienes de primera necesidad (inelásticos) que además tienen los precios intervenidos (como la energía).

¿Qué podemos esperar de todo esto? Evidentemente si unimos estos patrones esperados de consumo con la Curva de Laffer debemos esperar un aumento del fraude, una menor recaudación por IVA y un palo más en la rueda de la economía. Como defendía el propio Sr. Montoro y su partido, un aumento de impuestos genera paro, pobreza e ineficiencia en la asignación de recursos.

Ya sé que esto se hace por reducir el déficit público, pero la vía de los ingresos se agotó hace dos subidas, Sr. Montoro. Ahora hay que atacar el gasto y usted lo sabe mejor que nadie así que por favor, explíquele al Sr. Presidente en un par de tardes (¿se acuerdan?) el funcionamiento del asunto para que deje de cagarla de una vez.