sábado, 11 de febrero de 2012

Trabajo, libertad e intervencionismo.

Un amigo tuitero (bueno, varios) lanzaban la siguiente pregunta. ¿Cómo es posible que abaratando el despido se cree empleo? Y yo recojo el guante para responderles.

Quisiera abordar el tema desde la perspectiva de los sistemas económicos liberales o intervenidos, viendo las ventajas e inconvenientes de cada uno y su relación con el desempleo. Les aconsejo que lean los links que les dejo en varios conceptos si no están familiarizados con ellos para una mejor comprensión del post.

Partamos del primer extremo. La libertad absoluta.  Imaginen que pueden negociar lo que quieran con otra persona  en el supuesto de que lo que se pacta se cumple. En condiciones de competencia perfecta significa que un empleador ofrecerá el menor sueldo posible a los trabajadores que quiere emplear. La ley de oferta y demanda sigue siendo de aplicación por lo que si un empleador ofrece 1€ al día de sueldo pero otro empleador ofrece para el mismo trabajo 2€ al día, este último se llevará al currito. En fin, que el salario se equilibrará entre la oferta de los empleadores que necesitan empleados y la demanda de los empleados que necesitan trabajar. Evidentemente, ni el empleador pagará salarios que le hagan entrar en pérdida ni el trabajador aceptará un salario que no le merezca la pena. Ese salario se llama salario de mercado. Al final, todos los empleadores que ofrezcan un salario por debajo de del de mercado se quedarán sin trabajadores. Igualmente, si ofrecen un salario por encima del de mercado harán atractiva su empresa a los trabajadores.

Pero como ya saben la vida no es así de perfecta sino que hay una cosa que se llama Estado que interviene regulando este mercado. ¿Cómo? Haciendo pagar cotizaciones sociales, marcando un salario mínimo, estableciendo clausulados obligatorios en los contratos o imponiendo indemnizaciones por despido. Todas estas restricciones distorsionan ese mercado perfecto del que hablábamos antes, tanto más cuantas más restricciones haya. Y al final la distorsión se puede mostrar de muchas maneras; falta de productividad por costes laborales elevados, nepotismo en la contratación, corrupción y en general tomas de decisiones no lógicas a la hora de montar una empresa. Como ejemplo imaginen que una Pyme de 10 empleados pasa por horas bajas y no hay trabajo para los 10 empleados porque los pedidos sólo dan para 5. El empresario no puede despedir a cinco ni a tres porque las indemnizaciones le dejarían en la calle, con lo que la espiral de pérdidas de la empresa es imparable y termina indudablemente en el cierre y los 10 en la calle. Esto es lo que se llama inflexibilidad laboral. O todos cobramos o la puta al río.

Un porcentaje muy pequeño de empresas se arruina o no prospera en sus cinco primeros años de vida. Sabiendo esto eso ¿Usted contrataría a alguien si tuviera que indemnizarle con un dineral como si le hubiese hecho algo malo que no sea darle un trabajo remunerado? Yo mismo he vivido ese caso. Mi Sra. y yo pusimos una tienda y como teníamos miedo de contratar a un dependiente, al final llamamos a un familiar para que nos ayudara. Y en un año cerramos (sí, la cagué) Si hubiese tenido que indemnizar a una persona con 45 días hubiese tenido un problemón adicional al de arruinarme. Digamos que como las cosas te van mal, si no quieres caldo tomarás dos tazas así que te arruinas un poco más. Pero tengo un ejemplo más sangrante de lo que es la inflexibilidad laboral.

Mi padre tenía allá por los años 70 un estudio de dibujantes que hacía trabajos a empresas diversas y tenía contratadas a cinco personas. A finales de los 80 las cosas empezaron a ir mal porque los contratantes daban menos trabajo, los precios bajaron, etc. con lo que la empresa empezó a dar pérdidas. Mi padre pensó que con tres trabajadores podría tirar, pero se encontró que despedir a dos empleados que llevaban 20 años en la empresa costaba el equivalente a todo su patrimonio, y dado que era una empresa unipersonal, representaba dejar a su familia en la calle. Así que se pasó varios años trabajando en otros temas para mantener la empresa y los cinco trabajadores además de su familia. Se tuvo que morir en 1992 para poder liquidar la empresa.

Pero vamos a la parte esperanzadora. Fijémonos en un país como Estados Unidos. La intervención estatal es baja en lo tocante al mercado laboral. Puedes ser contratado un día y despedido al siguiente porque así lo considere el empleador. ¿Eso es malo? Bueno, lo cierto es que la movilidad, la productividad y la facilidad para encontrar otro puesto de trabajo es muchísimo más elevada que en Europa y desde luego, que en España. Lo que busca la reforma laboral abaratando el despido e incentivando las contrataciones es precisamente que alguien que necesita un empleado no tenga miedo a contratarlo.

Con las reformas que se han aprobado ayer flexibilizando el mercado laboral puede que ocurran varias cosas. Puede que efectivamente muchos empresarios aprovechen para despedir a gente porque les sobre pero ¿realmente creen que los empresarios quieren despedir personas porque son unos malvados demonios? NO. Despedir a algunos puede significar salvar muchos puestos de trabajo.
Si se disipa el miedo a contratar, muchos de los parados que hay ahora puede que encuentren un trabajo. Tal vez no sea el mejor trabajo del mundo ni el mejor pagado, pero como he leído esta mañana en una columna ¿quieren pensar en trabajar o en el despido? Parece más razonable pensar que es mejor un trabajo sin derecho a indemnización que un paro con derecho a nada.
Otra cosa que debería ocurrir es que se va a acrecentar la meritocracia y la productividad por lo tanto. Los mejores prosperarán y será más difícil para las rémoras empresariales vivir escudados en un despido imposible. Eso al final lleva aparejado un cambio de mentalidad colectivo que produce riqueza y bienestar y nos despierta del sueño de que todo nos es debido sin hacer nada a cambio. No me malinterpreten; ya sé que la vida no es perfecta, que está llena de cabrones y que “shit happens” pero la libertad en el mercado laboral nos dará más responsabilidad, más oportunidades y eso representa más justicia, más bienestar y posiblemente más felicidad.
Hay que reactivar la Mano invisible que decía Adam Smith y el laissez faire potenciando la libertad de trabajar, de contratar, de despedir, de comerciar. Dejar que las cosas se equilibren por sí mismas. El sistema funciona si dejan que funcione. Ya sé que soy un economista demasiado clásico y burgués, pero les planteo dos preguntas.
Si usted es un trabajador ¿Qué prefiere en caso de despido? ¿tener más posibilidades de ser contratado en otro empleo o jugársela a una indemnización que puede que no llegue jamás por liquidación de la empresa?
Si usted está en paro y busca un empleo ¿Realmente está pensando en qué indemnización por despido le van a dar?