sábado, 18 de diciembre de 2010

La restricción de los placeres

Desde la antigüedad los jerarcas de las naciones han restringido los placeres de sus ciudadanos. Prohibiciones sobre los alimentos, el sexo, el alcohol, etc. La razón de estas restricciones siempre se han debido a la misma razón; el sometimiento. Si yo controlo lo que te gusta, eres mío en mayor o menor medida. Si para que hagas algo que te origina algún placer, debes darme parte de ese placer, estás sometido a mi voluntad. Lo frecuente es que se pague una tasa o impuesto por ello (la misma palabra impuesto representa el acto de la imposición u obligación) bien en moneda o en especie. Desde disfrutar de grano o de carne a cambio de la entrega de una parte o un diezmo hasta el derecho de primae noctis en el caso de las relaciones sexuales.

A medida que han avanzado los siglos, la sociedad ha evolucionado pero las ideas de fondo permanecen y los resultados de las prohibiciones también. Los malos usos señoriales que tenían lugar durante la Alta Edad Media originaron numerosas revueltas en Europa que llevaron a su abolición y paulatina extinción durante la Baja Edad Media y el Renacimiento. Más adelante otras leyes restrictivas sobre placeres mundanos como la Ley Seca de 1920 terminaron en revoluciones y su abolición posterior por el rechazo social originado. El Corán prohibe la ingesta de alcohol y es un hecho cierto que los musulmanes son indulgentes con la quiebra de esta ley, vamos que beben como cualquier hijo de vecino.

  • Los naturales y necesarios: las necesidades físicas básicas, alimentarse, calmar la sed el abrigo y el sentido de seguridad.
  • Los naturales e innecesarios: la conversación amena, la gratificación sexual y las artes.
  • Los innaturales e innecesarios, que considera superfluos: la búsqueda de la fama, del poder político o del prestigio.
Sobre estos placeres la virtud de ordenar y elegir los placeres que es la prudencia.
Y es aquí en los placeres innecesarios donde encontramos el problema. Los políticos en su búsqueda del placer del poder imponen restricciones en los placeres naturales de sus sometidos. Lo hacen en la suposición o con la excusa de que los ciudadanos no tienen ni prudencia ni criterio y que los gobernantes saben lo que les conviene a sus gobernados, es decir es un atentado contra el libre albedrío de las personas.

Supongo que a estas alturas se preguntarán qué es lo que se ha tomado el bueno de Kutusov para soltarnos esta charleta seudo filosófica. Pues la respuesta es que estamos viviendo una época de neo feudalización que tiene el objetivo implícito de crear nuevas castas gobernantes basadas en el poder económico y la paulatina supresión de las clases medias para convertirlas en clases trabajadoras (en el término marxista de la acepción).

El gobierno nos está acogotando en todos los sentidos. Dentro de nuestras necesidades básicas es notable la subida de impuestos sobre la electricidad y la promesa de una subida del 10% adicional en Enero. Esto junto a la subida del IVA que repercute en la alimentación y todos los servicios básicos ¿es o no es un privilegio de corral? ¿acaso la electricidad no es hoy en día una necesidad tan básica como la comida? Intenten pasar un día o dos sin corriente eléctrica y luego me lo cuentan.
Dentro de los placeres innecesarios quiero hablar de la subida de los impuestos especiales. Sobre todo hay una que me hierve la sangre que es la subida especial que han decretado sobre el tabaco de picadura. Es decir, como la gente no tiene un duro dejó de comprar tabaco de marca y empezó a comprar tabaco de liar que es mucho más barato. Como el gobierno ve que la recaudación baja, le mete un leñazo impositivo al producto de sustitución, conviertiendo el tabaco en un bien de demanda rígida. En su cinismo y como siempre la excusa es que es por nuesto bien. Dicho de otra forma, si quieres fumar pagas o te fastidias. Y desde luego yo lo veo como un asqueroso derecho de pernada sobre las clases económicamente más débiles. Les recuerdo también que nuestra Ministra de Economía quiso meterle un rejón al vino e incluso se planteó hacerlo sobre las carnes rojas. Siempre con las estúpida excusa de la salud pública. ¡Señores! ¡La salud Pública no existe! Existe mi salud, su salud y la salud de cada uno. Cada uno debe tener la prudencia y la templanza de cuidar su cuerpo si quiere. El libre albedrío consiste en que si quiero agarrarme una cogorza, o comerme dos hamburguesas o fumarme un puro, lo pueda hacer y yo soy el responsable de mis actos y debo pagar sus consecuencias. De hecho ya se pagan de muchas formas. Si tengo un accidente de coche porque he bebido, el seguro no me cubre dicho accidente. Eso está en los contratos firmados libremente entre la aseguradora y yo.

Cada euro que debemos pagar al Estado es un euro menos de libertad para nosotros y cada día tenemos una nueva restricción o una nueva tasa o impuesto que pagar. Y mi pronóstico es que acabaremos gritando en la calle en pocos meses que queremos que nos aflojen la correa que cada vez nos aprieta más el cuello.

Por cierto, no he sido fumador nunca.