martes, 20 de julio de 2010

Nuestra crisis: Capítulo 3. El día en el que el menú bajó de precio

Este post es continuación de Nuestra crisis: Capítulo 2. La subida de los precios inmobiliarios.

Estábamos en una situación en la que todo el mundo tenía trabajo y era feliz. Las empresas ganaban mucho, las personas ganaban mucho y gastaban mucho, pero no era porque se crearan bienes y servicios que incrementaran la riqueza nacional desde un punto de vista macroeconómico sino porque la inflación producida por la entrada de dinero para alimentar la burbuja inmobiliaria nos impulsó a ello. Unos ejemplos.

Justo antes de la entrada del Euro el menú del día en restaurantes normales oscilaba entre las 600 y las 1000 pesetas, es decir, máximo 6€. En el 2007 no había restaurante en la periferia de Madrid (que es más barato) que bajara de los 10€ y lo normal era que estuviese en 12€ o más. Esta situación era absurda cuando la propia Hacienda consideraba que el límite de ayudas a comida era 7,5€ y posteriormente 9€. En su momento le dije a mis compañeros de trabajo que era absurdo y que tendrían que bajar los precios o sucumbir a lo que me respondieron con el consabido “Los precios no pueden bajar”. Ya en el 2005 le dije a mi Señora que los precios de las casas tendrían que bajar porque el sistema funcionaba de forma piramidal. Los de abajo con sueldos cada vez más alejados de los precios de las casas se hipotecaban por cantidades cada vez mayores, por lo que en algún momento no podrían entrar en la base de la pirámide suficientes “pardillos” a esos precios o bien la probabilidad de impagos aumentaba y todo se precipitaría. No hubo que esperar mucho. Como pueden ver en el índice de precios de vivienda que les adjunto éstos empezaron a caer en 2007 y no han parado hasta ahora ni creo que paren hasta alcanzar los niveles de 2001.

Es decir, que un día varios miles de demandantes de vivienda dijeron que no podían pagar los precios que se les pedía. Como siempre pasa, los que querían vender bajaron precio y los que quisieron apostar a que “esto es un bache temporal” esperaron. Y esto fue el principio del fin. Digamos que un 80% de los vendedores no bajaron precio y la sensación seguía siendo que todo iba bien e incluso ZP pudo defenderlo de cara a las elecciones de 2008 porque la inercia era grande. Pero cuando la mole de cemento se pone a rodar cuesta abajo ya es difícil de detener. Las inmobiliarias empezaron a tener problemas para colocar sus pisos, su financiación se cortó y como ya saben varias quebraron o suspendieron pagos, que a efectos de poner en la calle a la gente es lo mismo. Y las empresas auxiliares de la construcción sufrieron dramáticamente el parón, y luego lo superfluo y luego el ocio y luego todo lo demás. Y es así como en dos años se han destruído dos millones de puestos de trabajo. Y las rentas de la gente disminuyeron, disminuyó el consumo y ¿saben lo que pasa cuando las empresas no venden lo suficiente y existe competencia? Que tienen que bajar precios para atraer al mercado. Y observen cómo en dos años entramos en lo que no podía ser jamás, lo imposible, lo metafísicamente increíble. La deflación.

Y ocurrió porque las causas de nuestra peculiar inflación se invirtieron. Los bancos ya no concedían más crédito sin garantías, sino que tuvieron que empezar a devolver a otros bancos y al BCE el dinero que les adeudaban. Y los que se forraron el lomo sacaron y siguen sacando mucho dinero de España a paraísos fiscales o países más solventes. Y todo eso lleva a que la cantidad de dinero circulante como vino se fue, pero de forma más rápida si cabe.

Tampoco ayudó mucho la actitud del gobierno de ZP en la segunda legislatura gastándose en subvenciones y ayudas no productivas todo el remanente de caja que había , ni ayudó el plan de rescate del BCE que volvió a inundar de crédito barato a bancos y cajas de ahorro y que fue como apagar el fuego con gasolina.

Vamos a lo realmente relevante; ¿qué ocurrió con el menú del día? Varias cosas. Por una parte muchos restaurantes cerraron, y los otros bajaron los precios a 9 ó 10 euros. Los que no rehicieron su plan de negocio sucumbieron y los otros sobrevivieron. Unos pasaron de cuatro camareros a dos y mantuvieron la calidad a precios menores y sobrevivieron y otros bajaron calidad y precio y sucumbieron. Y a partir de entonces considero el precio del Menú del día como un índice bastante fiable de la evolución de la situación económica y del índice de precios al consumo.

Todo lo que se compró a crédito metiéndolo en la hipoteca lo tenemos que pagar a 30 años y sólo han pasado 10. A mí me ofrecieron meter un coche nuevo en la hipoteca pero como yo no soy muy de coches, sólo metí una televisión nueva. Visto ahora, fue la televisión más cara de la Historia, pero soy humano y también me dejé cegar por el oropel. Como decía el tango, “el tapao lo estoy pagando y tu amor ya se acabó”.

Y ahora ¿qué va a ocurrir?

Pues me temo que nada bueno a corto plazo. La inflación la estamos arreglando por las malas o por las duras, es decir, vía reducción de salarios y de precios. Han reducido el salario a los funcionarios por decreto y a los no funcionarios por despido o por el artículo 33. Estamos asistiendo a la aplicación más dura de la Ley de Hierro de los Salarios de David Ricardo. Los precios de los bienes no intervenidos o que tienen competencia han bajado, no así la electricidad, gasolinas, gas natural e impuestos que ha subido.

Las reformas estructurales están pendientes y este gobierno no parece dispuestoa a abordarlas, menos aún cuanto más cerca de las elecciones estemos.

En mi opinión nos acercamos a un corralito de liquidez en el que será difícil manejar dinero en efectivo y tendremos que usar tarjetas de débito y crédito por los que la banca se llevará pingües beneficios. Si nos echan del Euro esto será mucho más radical y la neo peseta se depreciará en un 20-30% respecto al euro bueno.

Mientras que el Estado siga gastando lo que no tiene, la financiación será para él deteniendo o dificultando la actividad económica privada y esto se parecerá cada vez más a un estado socialista de esos que había detrás del Telón de Acero.

Mientras que nosotros no devolvamos las rentas que trajimos del futuro mediante el ahorro, la contención en los gastos y el trabajo duro, no podremos seguir aumentando nuestro calidad de vida.

Nos esperan entre dos y cinco años de dolor, pero esto enseñará a la siguiente generación que nada viene regalado y tal vez esos valores que fueron desapareciendo en los últimos quince años vuelvan a resurgir.

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